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Conciertos caóticos

El regreso a la música masiva ha sido... interesante.

Por Carlox Soto

Empezamos este año con la expectativa de que los conciertos masivos iban a regresar y por un momento (ejem, el concierto de Coldplay) logramos ilusionarnos de que por fin todo volvería a la normalidad. Con lo que no contábamos es con que el caos de los eventos masivos volvería multiplicado por diez.

Creo que en 15+ años de ir a conciertos no había tenido experiencias tan agridulces por los tumultos, el mal sonido y la lluvia. Y digo agridulces porque la música siempre logra rescatarlo a uno del espiral, pero ir a disfrutar de un concierto no debería ser tan fucking difícil.

La experiencia que tengo más presente en este momento es la de Bad Bunny en Costa Rica, de la que muy pocas personas (quizá solo las que estaban en la localidad La Playa y la prensa) pudieron escuchar bien el concierto. Los que estábamos en plateas, en La Fiesta y graderías tuvimos una experiencia de sonido inconsistente y en algunos casos hasta inexistente. En todos mis videos de Bad Bunny solo se oye la gente cantando porque la torre de sonido que tenía en frente me tapaba la visibilidad y nunca estuvo encendida. Me tomó cinco canciones bajarme la chicha y nada más corear guiado por la gente y los pocos bajos que escuchaba.

Mi salida para expulsar toda la frustración fue este podcast junto a Arturo Pardo. (El siguiente episodio va a ser sobre los conciertos que vienen en el 2023, así que les recomiendo suscribirse o escuchar cualquier otro episodio para escucharme mucho más alegre lol)


Otro elemento que está poniéndose más complicado de manejar para el público: el mismo público. He visto (en CR, en Argentina, en todo lado) a muchas personas que están yendo a conciertos o festivales por primera vez que no tienen etiqueta de conciertos 101 y están cayendo en conductas súper autodestructivas que solo desmejoran su propia experiencia y la de los demás. Literalmente no había motivo por el cual fumarle en la cara a niños o menores de edad en Bad Bunny o estripar tanto a los demás hasta que se desmayaran.

No quiero quitarle la ilusión a nadie de ir a un concierto.

Solo quiero alzar la manita y pedirles que por favor cuiden a las personas que tienen a su alrededor. Un buen concierto se vive bien desde la fila 1 o la 15 o la 150 y no hay video de Instagram o Tiktok que valga más que el bienestar ajeno. Seamos más considerados.

En esta misma línea y para resumir cómo han sido las experiencias post-pandémicas, fue que leí esta historia de Majo Madriz que fue al Corona Capital en Ciudad de México a ver a una de sus bandas favoritas: My Chemical Romance.

En su viaje, Majo no solo visitó una ciudad con una oferta cultural envidiable sino también algunas de las emociones humanas más intensas que existen. Me cansé, me puse tenso y hasta lloré leyendo su crónica y siento que LA NECEDAD por definición es el espacio correcto para compartir toda su experiencia.

Les dejo con esta joya del realismo mágico latinoamericano (México siempre es así) y les dejo también con dos advertencias: no todos los conciertos son así, tenemos que cuidarnos más.

Como una emo

por Majo Madriz / @orochimajo

Con solo bajar del metro se podía ver el mar de personas que habían esperado este día tanto como yo. Maquillaje rojo en los ojos, delineadores negros, pulseras con spikes y cientos de camisas de My Chemical Romance. Este es mi cuarto festival de música y nunca había visto tantas personas que vinieran con camisas de una sola banda. Después de años de ser una necia, llegó el día, voy a ver a My Chemical Romance en vivo por primera vez.

Han pasado 14 años desde que la banda de Gerard Way vino a México. En ese momento muchos estábamos en la escuela y escuchábamos Black Parade (2006) sin entender las letras pero sintiendo cada palabra. Lamentablemente los niños de escuela no teníamos permiso de ir a conciertos masivos.

Mientras camino por el Autódromo de los Hermanos Rodríguez para ingresar al Corona Capital comienzo a preocuparme. Mi plan de estar lo más cerca del escenario se comienza a ver cada vez más difícil. Los cientos de emos nostálgicos que me imaginaba, realmente son miles. Llego a la tarima indicada y veo la otra banda de Frank Iero, guitarrista de MCR. 

Analizando la multitud creo que puedo llegar al frente sin problema. Mientras escucho a Frank y a su extraña banda experimental, subo la mirada para darme cuenta que… estoy en la tarima equivocada. Perdí 50 minutos. 50 minutos que pueden significar la muerte de mi sueño de estar al frente.

Corro por el festival, llego a la tarima correcta y es mucho peor de lo que pensé. La densidad de personas es demasiada. Comienzo a avanzar entre la multitud hasta donde sea posible. No puedo levantar los brazos, no puedo sentarme, no puedo moverme y lo peor, no estoy a la distancia a la que quería estar.

Me cuestiono si quedarme ahí esperando o no. ¿Valdrá la pena? Pero recuerdo cuándo MCR se separó y pensé que nunca los iba a ver. También recuerdo cuando volvieron y me juré que haría lo que fuera por verlos en vivo. Este es el momento y esta es la única banda por la que me quedaría 6 horas en pie esperando en medio de esta multitud. Comienza mi cuenta regresiva en la tarima Corona para el concierto. 

Cuenta regresiva

Los Viagra Boys salen a las 6:00 p.m. frente a miles de personas, pero saben que nadie está ahí por ellos. Así que deciden tomar la situación con humor y lanzar chistes de cómo no son una banda emo del 2000 pero que esperan que disfrutemos. Entre chiste y chiste se ganan al público, incluso logran que muchos canten canciones que están escuchando por primera vez. 

Para cuando terminan faltan 5 horas. Se comienza a sentir la presión de los miles de personas que quieren lo mismo que yo: solo estar un poco más al frente.

La siguiente banda son The Courteeners. A diferencia de Viagra Boys, ellos no saben que nadie está ahí para verlos, piensan que están dando el concierto más grande de sus vidas. Cada vez que pueden agradecen a los mexicanos por su cariño, los mexicanos entre risas gritan “COR! TI! NAS!” mientras The Courteeners se van completamente realizados y les prometen qué volverán.

Para este momento somos una ola de personas. Si uno se mueve, nos movemos todos, si uno empuja, nos caemos todos.

En la tarima aparecen White Lies, para este punto somos miles de personas las que estamos cansadas, incómodas y con nuestros cuerpos al límite. Aunque estemos agotados intentamos que la banda se sienta recibida, cantamos los coros que podemos y gritamos aunque no nos queden ni ganas.

Faltan 2 horas y para este punto ya se han desmayado 5 personas. Cada una de las veces es igual: se escuchan gritos a un lado, las personas alrededor del desmayado llaman a un médico, pero nadie llega y todo queda en manos de desconocidos. Piden agua, le hacen viento, y si la persona desmayada tiene suerte, le dan un chicle. La persona recupera la conciencia, todos celebran y siguen esperando. No vi a ninguno de los desmayados salir de la multitud. 

Falta una hora y veo a mi derecha una mamá con su hijo de 10 años. La mamá ha logrado crear un espacio para su hijo cubriéndolo con sus brazos abiertos en un círculo que lo protege. Si yo estoy cansada, no me puedo imaginar cómo se siente ella. Me quedo pensando si el sueño de ver a MCR será de ella, de él o el de ambos. 

Bienvenidxs al Black Parade

Faltan minutos.

Las luces bajan y comienza a sonar la estática y el sintetizador que característica del inicio de “Foundations of Decay”, la canción más reciente de My Chemical Romance. En el momento en que escucho el inicio de la canción comienzo a llorar. No se si lloro porque estoy cansada, porque no estoy tan cerca como quería o porque llevo toda mi vida esperando esto. Tal vez la que llora realmente es mi niña interna, la que tenía el CD de Black Parade quemado y lo escuchaba a escondidas

Lloro desconsolada, sola pero rodeada de gente que se siente igual que yo. Al fondo escucho voces quebradas que intentan cantar “let our bodies lay, mark our hearts with shame”. No soy la única llorando y eso me conmueve aún más.

De “Foundations of Decay” pasaron a “Bury Me in Black" y luego a “I’m Not Okay (I Promise)”. Para este punto la que no está ok soy yo con todas las emociones qume revuelven en el cuerpo. A lo lejos veo a una muchacha con un cartel que dice: “Your Music Saved my Life”. Me encantaría ir y abrazarla porque entiendo que no son solo palabras, hay una historia enorme detrás.

Gerard nos habla por primera vez. Mientras saluda y agradece al pueblo mexicano todos nos sorprendemos por lo dulce, suave y femenina que es su voz. Comenta que este es el final de su gira por Norteamérica y su último concierto hasta nuevo aviso.

El concierto continúa con “Give ‘Em Hell Kid”, otra canción del álbum Three Cheers for Sweet Revenge (2004). El cansancio desapareció. Colectivamente estamos eufóricos, cantamos a gritos aún con canciones como “Boy Division”, de esas que solo los verdaderos fans se saben. Luego, las 80 mil personas que estamos ahí cantamos juntas “The Ghost of You” completa. En esta canción volví a llorar y no paré ya que siguieron con “Teenagers” y “Helena”, dos de esas que por años soñé cantar junto con ellos en vivo.

Respetando la tradición mexicana, los fans llevaron peluches de Dr. Simi. Habían Dr. Simi vestidos de Black Parade, con corbata roja y con traje de porrista entre muchos otros. Gerard les decía “little gentleman” y le pidió a las personas que los siguieran lanzando.

Las siguientes canciones fueron “Thank You For the Venom” y “Na Na Na”. En estas canciones Gerard se dejó ir y las cantó de la forma más cruda y enérgica que pudo; creo que al ser el último concierto de la gira ya no tenía miedo a quedar afónico y por eso se dejó llevar junto con el público.

Mama”, “Cancer” y “DESTROYA” fueron las canciones donde la banda demostró lo mucho que han crecido y lo que han aprendido como músicos. Los arreglos de estas canciones fueron superiores.

Despierta y sin miedo

Hubo un momento de silencio en el escenario que le dio espacio a un Sol4 en piano que todos conocemos, un Sol4 que se ha convertido en el identificador sonoro de la banda: gritamos de la emoción y comenzamos a cantar “Welcome To the Black Parade”. De nuevo las emociones fueron colectivas, fue una catarsis en masa.

Quedaban 3 canciones y la siguiente es mi canción favorita de la banda: “Famous Last Words”.

“Awake and unafraid, asleep or dead”

Había esperado 16 años para escuchar a Gerard cantar estas palabras frente a mí y sentí que la espera había valido.

“Sleep” fue la penúltima canción. Era una de esas canciones en las que uno alza las manos y las mueve a los lados junto a miles de desconocidos pero en versión emo. 

El final del concierto fue con “The Kids From Yesterday”. Con esta canción cerraron casi todos los conciertos de la gira y cuando lo vi por primera vez en los setlists me pareció una decisión un poco extraña. Estando ahí entendí perfectamente la elección: quienes estábamos ahí somos kids from yesterday y, sin importar nuestra edad, siempre vamos a poder conectar con la banda como lo hicimos de pequeños porque “now, we are the kids from yesterday, today”. 

Durante esta última canción volví a llorar (aunque no estoy segura de si en algún momento dejé de hacerlo realmente). A la par mía estaba una muchacha de mi edad que estaba llorando también, entre lágrimas nos volvimos a ver y soltamos la risa, ambas sabíamos lo ridículo que era estar así pero entendíamos perfectamente lo que la otra estaba sintiendo.

El concierto terminó pero yo no me podía mover, necesitaba procesar todo lo que había vivido en esa hora y media y todas las horas de espera. Cuando intenté dar un paso para salir me di cuenta que no podía caminar del cansancio. Decidí sentarme y quedarme ahí sola. Como una emo.