Un ensayo sobre una de las experiencias de concierto mejor logradas que he vivido: Karol G en Costa Rica.
I.
El primer concierto al que quise ir fue la primera visita de Shakira en Costa Rica. Recuerdo escuchar “Estoy Aquí” en la radio y que al final de la canción, un locutor dijera “hoy se presentará Shakira en nuestro país”. Me imaginaba luces, una escenografía imponente y a Shakira tocando guitarra y un público vuelto loco. Por supuesto que mi imaginación de niño de kínder fue mucho más grande de lo que en realidad sucedió. Aquel show fue en 1996, en el Palacio de los Deportes, que no es particularmente reconocido por su buen sonido ni los shows en 1996 eran tan grandes como los de hoy. Como el que estoy viendo hoy.
Ese recuerdo de la infancia lo hilé desde el primer minuto de concierto cuando Karol G nos dejó con la boca abierta cuando salió a cantar “SEJODIOTO”. Escuchamos “y adiviná quién viene por ahí…” y de pronto BOOM, todo el escenario se puso verde neón. A la colombiana la acompañaban ocho bailarinas y ocho mujeres tocando guitarra, bajo, batería, teclados y más. Era una explosión de color y energía inigualable y una escenografía con gradas, pisos y una pantalla enorme al fondo que le daba la textura adecuada a cada canción, un despliegue de escenografía que uno asocia con “el primer mundo” y no con las giras que vemos aquí usualmente. El escenario fue adornado con un rótulo enorme de letras góticas que mostraba una sola palabra: Bichota.
Si quisiera resumir de manera muy romántica el concierto de Karol G en Parque Viva, diría que fue el concierto de pop que siempre quise ver, con el agradable componente de que en el pop uno puede saltar y bailar, pero con la Bichota Mayor se puede doblar las rodillas, mover la cadera y perrear. 18.500 personas -un récord para Parque Viva- lo vivimos.
II.
La primera vez que vimos a Karol G en Picnic 2020 ella aún no era la Bichota, no era la que se había aburrido de La Jeepeta y había cambido a un MAKINÓN. De hecho, algunos de sus temas más conocidos eran fruto de su publicitada relación (o relación publicitaria, no sé) con Anuel AA. Pero no este viernes 17. Dos años después de ese Picnic, la vimos en su forma más evolucionada hasta el momento, vimos a una estrella que se sostiene por sí sola y que sabe dar un show. Es que no hay otra palabra, fue un completo show.
Karol G no escatimó en disparar todos los hits que ha sacado desde su última visita. El escenario se llenó de celeste y vimos un corazón pixelado que anunciaba la llegada de “Ay DiOs Mío”, todo mientras ella bailaba con su crew. Karol G nos hizo creer en el amor con “Ocean” y nos hizo dejar de creer lo que dicen los mentirosos cantando “A Ella”.
Hay una tendencia muy ignorante de relegar el reggaeton a “lo más bajo de la música” y este show desarmó cualquier prejuicio sobre la calidad que puede crearse en un concierto. Mientras Karol G hacía cambios de vestuario, cada una de las mujeres músico que estaban en el escenario tuvieron oportunidad de hacer un pequeño solo. Hubo una batalla entre una guitarra y un keytar. La sorprendente baterista y la bajista hicieron un pequeño cover de “Seven Nation Army” y luego le dieron con todo a “Pinneaple”. Sí, la gente va a tomar guaro y bailar, pero lo que el perreo convoca la calidad musical lo mejora.
Durante “EL MAKINON”, una de mis canciones favoritas, sentí que se me iban a estallar los ojos. Las 15+ mujeres en el escenario se movían cantaban; las pantallas tiraban colores fuertes y la coreografía se iba poniendo cada vez más hot (no sé cómo más describirla). Era un estímulo para todos los sentidos: veía, sonreía, cantaba, me movía mientras a gente cantaba con todo.
“Ahora Me Llama” fue igual, con la mejora de que la banda le hizo un final con sonido metal y la coreo.... Dios mía. Demasiá mujé.
Karol G en Costa Rica. Foto: Move Concerts/Melvin Molina.
Hubo un segmento en el que Karol G se sentó en las gradas a hablar e interactuar con el público. Esto lo creo importante porque los ticos resienten mucho cuando el artista no habla ni saluda, pero la Bichota fue un buen ejemplo de cómo se hace. Fue graciosa, amable y con sus palabras ponía el tono para la canción que seguía. No es una fórmula nueva, pero ella lo hace mejor que muuucha gente que he visto en ese mismo escenario.
Una de esas conversaciones dio pie a lo que ella llamó “los clásicos” para las Bebecitas, lo que por supuesto fueron las canciones “Culpables” y “Secreto”, las que había grabado con Anuel. En ese momento anoté esto en mi celular: “Qué raro oír la voz del ex durante todos sus conciertos. Pero bueno, ella sabrá 💛”. Una Bichota no niega el pasado, más bien, aprende a usarlo para impulsarse.
Karol G en Costa Rica. Foto: Move Concerts/Melvin Molina.
III.
Son las 10 p.m. y estoy sentado en Parque Viva tras casi dos horas de concierto. Karol G está cantando una canción que muchas personas han esperado, que muchas mujeres visten en sus blusas o gorras y que le da el nombre a la gira de la estrella colombiana: BICHOTA.
En ese momento me puse a pensar en el peso de esta palabra, que viene de la idea puertorriqueña de “Ser Bichote”, la versión moderna de un charro, un macho bien macho. Todo el concierto fue una construcción narrativa de la contraposición, de qué significa ser una Bichota y cómo se comporta una de ellas.
Algunos de los vestuario de Karol G en CR fueron diseñados por el tico Mauricio Cruz. Foto: Move Concerts/Melvin Molina.
Con sus canciones, Karol G explica que una Bichota no tiene reparo en decirle sus verdades a un hombre que se está jugando mucho de vivo y que es un toxicazo (como en “MAMIII”). Una Bichota no tiene pena de contar cómo su cama suena y suena, ni de todo lo rico que puede hacer en ella. Una Bichota es sensible, es fuerte, es inteligente y de vez en cuando se hace la tonta para conseguir lo que quiere. Todo es parte del juego. Bichota, para mí, es sinónimo de resiliencia.
Una Bichota se ve como Bichota y eso usualmente tiene que ver con tener un pelazo y eyebrows on fleek (Karol G se ha vuelto tan icónica por su pelo turquesa que una marca de shampoo le dio un contrato para ser su imagen).
Una Bichota tiene un gusto por lo material. Cuando Karol G anunció su relación con Anuel lo hizo con un video en Aspen, porque no hay nada más aspiracional para un latinoamericano que ver la nieve (la de las películas, la de verdad, no el hielo sucio que cubre los carros en nuevayol).
Durante el concierto Karol G hablaba como una hermana mayor. Habla como la Bichota con más experiencia que ya ha pasado por donde asustan y que viene a ordenar la casa con dos palabras. En “200 copas” invitó al público a grabar para enviarle el video a esas amigas que no se han dado cuenta, a esas que están sufriendo por un bobo.
Y por eso, lo más importante para una Bichota no es lo material, sino con quién se comparte.
Las escenas de chicas piropéandose los looks, compartiendo tragos y abrazándose para cantar fueron muy conmovedoras. ¿Han visto los videoclips de Karol G? En las pantallas del escenario pudimos ver los de “Provenza” y el de “200 copas”. En ambos, un grupo de mujeres disfruta de la vida sin ningún rostro masculino que cague el vibe (me recordó a esos 20 minutos de Hustlers en los que no hay un solo hombre en pantalla JLo y Constance Wu la pasan increíble y dejan de ser amigas para convertirse en las bichotas inseparables que lloran y ríen juntas—es de mis películas favoritas, véanla).
Esas mismas escenas de sororidad y bichotidad fue lo que vi en Parque Viva y en el escenario de Karol G con sus músicas y bailarinas.
Al final del concierto, Karol G hizo un reprise de “Provenza” en la que simplemente se abrazó con todas la bailarinas y saltaron y gritaron la letra y desde la distancia se sentía como que lloraban y sonreían juntas. Una Bichota te puede dar el mejor show del mundo y también permitirse llorar, cantar, bailar y disfrutar como si ella fuera una más del público.