Mi primera visita a Colombia y al festival que todos los ticos aman ir me dejó muy satisfecho.
Durante años había soñado con visitar Colombia para el Festival Estéreo Picnic y de entrada les puedo decir que todo valió la pena. Y aquí “todo” incluye: presas, comidas deliciosas, atención amable, precios confusamente bajos y por supuesto el motivo principal del viaje: la música en vivo.
Quiero iniciar dándole mi agradecimiento al público colombiano por su energía y por hacerle conversación a uno en las situaciones más apretadas (literalmente), por mantener las sonrisas y el ron y el guaro fluyendo cuando Rosalía sale 15 minutos tarde o cuando Drake suena horrible. Su sentido del humor y su consideración definitivamente son parte del encanto del FEP. Para sorpresa de nadie los únicos altercados qué tuvimos con gente que empujaba o no respetaba a los demás fue con europeos.
La organización del festival (que amablemente me procuró una acreditación de prensa por medio de mis amigos de LIT INC y Amplify Radio) es igual de cálida. Pocas veces me he sentido tan bien atendido en una situación de festival: el staff daba direcciones para entrar, para encontrar el bus a la salida, había caminos trazados y señalización para encontrar los escenarios, hubo una oferta de comida gigantesca que te evitaba filas largas, servicio amable dentro y fuera del festival y hasta espacios seguros para las personas que consumen drogas (les recomiendo ver este video).
Sí, es cierto que después de redactar ese párrafo elogiando al festival estuve varado dos horas en un bus tratando de volver a mi hotel, una pesadilla qué terminó a las 6 a.m., pero la organización logró rectificar en los días siguientes y eso para mí es invaluable.
Entre tanta disposición por mejorar me quedó claro que el mayor pecado de los que organizan conciertos en CR es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes. Hace falta ver ejemplos en donde se hagan bien las cosas (y FEP definitivamente es uno de ellos, y nos queda a la vuelta de la esquina). En fin, hoy vinimos hablar de música y del FEP, allá pude ver a muchos artistas que me encantan y otros que pensaba que eran más aburridos y me callaron la boca y eso es lo importante aquí. Sigue como dicen en Colombia.
Souvenirs
Cada vez que visito un país me gusta traerme a la casa un vinilo de algún artista local como souvenir. En este primer viaje a Colombia no pude traerme algo físico de Estéreo Picnic, pero escuchar a los grupos colombianos tocar en su casa fue un lujo.
Solo con ver en el afiche un nombre como “Higuita en Chanclas” ya te ponía en un mood diferente (y los tipos lograron mezclar exitosamente el punk rock con una comparsa, no me pregunten cómo).
Entrando a ver al dúo colombiano Mitú.
Mitú creo que fue el primer golpe de realidad de “wow, estamos en Colombia” pues su combinación de percusiones tradicionales y sintes dejó a todos mis amigos con la boca abierta. La presencia de las cantantes de tracks como “Solitario” solo mejoró todo. Mientras veía el concierto escribía notitas y una de ellas dice “Mitú es el puente entre la energía costeña y el ruido electrónico” y sigo completamente de acuerdo con Carlos del pasado (aunque ese baboso me haya comprado un vuelo de regreso demasiado temprano).
Elsa y Elmar fue otra bonita sorpresa para mis amix. La conocí poco antes de que nos visitara para Epicentro 2018 con canciones que bordeaban en el bedroom pop pero con una gran inclinación por los coros grandes de estadio. El domingo en Estéreo Picnic ella logró confirmar que su música sí tiene un appeal masivo e incluso la vimos transformarse por ratos en una popstar (cuando no nos decía entre canciones que le tenía mucho miedo a un público tan exigente).
Elsa nos endulzó el cora con un cover acústico de “Antología” (sí, la de Shakira) e inmediatamente después nos dio la estocada con “amigos y amantes”, himno latino de las situationships. Con más confianza en lo suyo (y la rotación radial que tiene Morat), Elsa está lista para hacerse famosa en todo el continente.
Shout out a Dengue Dengue Dengue! de Perú por ofrecernos una de las mejores bailadas del festival y a Frente Cumbiero que, aunque no los vi, crearon un mega impacto en la comunidad necia que asistió a tan magna cita. Los de Frente dijeron “aquí sí pueden sacar los pasos prohibidos, los que no pudieron sacar con Bizarrap”. Era shade, pero tuvieron razón.
Dosmilveintitrés
Si quisiera resumir el 2023 con una sola canción, no se me ocurre mejor ejemplo que la colaboración de Shakira con Bizarrap. Ha sido todo un momento en la música y ha ayudado a Shakira a recuperar su trono en el mainstream, pero esta vez cantando en español. Así que no fue de sorprenderse que hubiera un llenazo en la presentación de Bizarrap en Estéreo Picnic, quien hace las de DJ con sus hits virales. Poco a poco Bizarrap ha amasado una cartera de invitados muy bien curada, pero su sonido está empezando a redundar. Era muy gracioso escuchar canciones que originalmente son rap ser transformadas en EDM para calzar con la vibra Tomorrowland/Electric Daisy Carnival que Biza le impregnó al show; era como estar atrapado en el 2012 oyendo Avicii o Skrillex y me dejó pensando si esos eran los referentes más 2023 de su parte. Biza gastó las canciones más conocidas al inicio (la sesión con Nathy Peluso, la de L-Gante, la de Villano) y la gente se quedó hasta el final sólo para escuchar la sesión con Quevedo. Escuchar por vez número 355 a Quevedo decir “queeedateeee” fue el cierre más representativo para un playlist de EDM que nunca evolucionó y que le dio a la gente exactamente lo que esperaban y querían. Todo muy safe.
Aparte de Bizarrap, los shows latinos que más “2023 vibes” me daban eran Tokischa y Villano Antillano. Tokischa no solo por hits como "Delincuente" y porque Rosalía y Lil Nas X pusieron su música en sia respectivos sets, sino porque era conversación constante en los pasillos del festival: “yo no escucho eso”, “es muy vulgar”. Todo el mundo tiene una opinión de ella y ninguna se concentra en la música. Lamentablemente no pude verla porque empezaba a la 1 a.m. del lunes y como les conté, Carlos del pasado me condenó a estar en el aeropuerto muy temprano precisamente el lunes.
Afortunadamente sí pude ver a Villano, la otra figura “polémica” del 2023. La prensa amarillista de mi país (y la de todo LATAM para esos efectos) se habría dado gusto citando todas las cosas inmorales que Villano nos cantó y nos dijo, pero mi favorita de ellas fue “vivan las muñecas, vivan las mujeres trans, las travestis tal y las putas”. Una vez Xavier Arakistain dijo (parafraseo): “El feminismo es el derecho de las mujeres a ser tan malas como los hombres” y para mí esa es la mejor reivindicación de su obra: defender que la experiencia femenina “aceptable” no solo deber ser la sanitizada, la de la mamá campeona, la mujer bien portada o la más valiente: las mujeres también pueden ser villanos. Esa es la única representación que me interesa.
El show de Villano grita sexo, drogas y descontrol a cada minuto. Era divertido ver cómo solo horas antes en ese mismo escenario Jesse Baez había cantado sus canciones de tristito (piropo, no derogativo) y ahora teníamos a un mujerón contándonos de cómo le hacen sentir las party drugs (“Hello Kitty”) y su relación tóxica (“Yo tengo un novio”); una inversión de roles muy interesante en nuestro contexto latino y considerando que antes en EE.UU. eran las artistas mujeres las relegadas al R&B y los hombres eran los que podían hablar de sus conquistas en pistas de hip-hop. Pero bueno, me distraigo, el punto es que el show de Villano se sostiene solo con la presencia de ella en escena. Pero no por eso ella hace el mínimo: sus bailarines, su hypeman, su DJ, sus CANCIONES, más todo lo que pasa en el escenario (besos de tres, perreo, coreos) sirven para disfrutar con ella. Drake deseara.
Siguiendo con el tema del Siglo XXI y cómo se supone que se vea, no puedo dejar de lado a Lil Nas X y Billie Eilish. Wow.
Ambos son 1/1, únicos en sus respectivos géneros (si es que uno puede reducir a una sola palabra el género qué hacen). Es fácil trazar sus influencias, pero entre más los escuchaba más notaba el twist que ambos le aportan a cada canción. Billie empezando con “bury a friend” y Lil Nas cerrando con “Industry Baby” son dos grandes declaraciones de intenciones, dos statements fuertes de su sonido y son dos canciones que los convirtieron casi instantáneamente en referentes de su generación.
Leyendas
Mucho Gen Z optó por saltarse el sábado de festival pues los headliners ofrecían a WuTang Clan y The Chemical Brothers, llamados por las cuentas oficiales del festival “leyendas de la música” (no derogativo, pero casi). Los que no estuvieron se perdieron no de dos shows en los que se vio muchísimo amor por el craft y la explicación de por qué son tratados con tantísimo respeto en el 2023.
De WuTang encontré todo lo que esperaba: voces serias y curtidas, el grito de “dolla dolla bill yo!” y muchas gorras y jackets dentro y frente del escenario.
Chemical Brothers fue el mayor shock. El grupo ha evolucionado con los años y su mix de samples y beats frescos no ha cesado como se oye en “MAH”, canción preciosa y NECIA que repite “I’M MAD AS HELL, I ain’t gonna take it no more!”.
No era el sonido los Chemical Brothers de MTV, pero sí los visuales a los que nos tienene acostumbrados: mantuvieron su estética misteriosa (nunca los enfocó una cámara) y dejaron espacio para que animaciones, texturas y luces afectaran nuestro sentido más predominante. Precisamente los que por distancia no podíamos usar los ojos nos perdimos de un detalle que mi amigo Paolo me señaló: Chemical Brothers estaba haciendo sus beats en vivo y “cargaban” las máquinas con ideas antes de dispararlas al público. Su set empezó con muchos altos, mantuvo la energía, tuvo un segmento más mellow y luego entró a full violencia, usando BPM’s que desarmaban a cualquiera. Fue un cierre espectacular para ese día.
Fred Again por Alejandro González.
Y hablando de electrónica interpretada en vivo: qué bárbaro Fred Again, lo dio todo y más. Quería contarles primero lo que hicieron los Hermanos Químicos antes de hablar de Fred porque tienen un set de naturaleza similar (sonidos y samples repetitivos qué se posan sobre bases construidas en vivo). Pero no quiero disminuir su trabajo porque ya lo he hecho bastante en los últimos años.
Mi lado cínico veía a Fred como el producto de moda, como el que se ganó la lotería del Boiler Room y logró trascender entre la interminable oferta de BR gracias a sus samples con mensajes motivacionales (casi de auto ayuda). Pero viéndolo en vivo entendí que Fred trajo a la música bailable algo que le estaba haciendo falta: compasión. El dancefloor que crea Fred, la experiencia que crea, es muy wholesome. Siendo cínico arrugaría la cara a esas declaraciones. Pero siendo yo mismo, ahí en medio de miles, bailando y ver a mis amigos llorar, viéndolos sanar en tiempo real, diría que él trajo la empatía y el cariño por el craft de vuelta al mainstream. ¿Quién más de su generación chopea samples y toca los drums en vivo mientras miles lloran y se quedan pensando en lo que será el resto de sus vidas después de este concierto?
Personaje Principal Síndrome
Lo que me lleva a otra idea. En el 2023, todos somos parte del show. No sé si se debe a un chineo extra post-pandemia o una forma de alimentar el main character syndrome para que todo mundo salga feliz, pero el punto común de los primeros dos días de Estéreo Picnic fue que Rosalía, Fred Again, Sofi Tukker incluían al público en su show. Estos momentos diseñados cumplieron la función de darle a la gente del concierto momentos en los que se sintieran como las estrellas del concierto. Podía ser una dinámica de llevar puntajes en una pizarra como Sofi Tukker (Sofi vs el público); insertar monopatines o darle el micrófono a algún fan como Rosalía o las cámaras de Fred Again que mezclaban en las pantallas imágenes del público en tiempo real con los visuales. Ellos también se enfocaron en mostrar lo que ocurría en escena como si fuera un live, en formato vertical, y en generar momentos Instagrameables.
Por su puesto que esto viene de una tendencia de parte de los artistas y el público por buscar verse bien en redes sociales, pero es casi imposible decir algo sobre esto sin sonar como un boomer. Solo quiero compartir que entre quienes sacaban su celular para grabar, la mitad dirigía la cámara al escenario en un momento absolutamente diseñado para que fuera grabado y la otra mitad, dirigía su celular hacia su propio rostro para registrarse disfrutando. Ahí está el headspace del público y de quienes diseñan estas experiencias.
De Rosalía voy a escribir algo más extenso luego y de Drake qué les diré, tengo mejores memorias de sus canciones en un bar en San José cuyo piso siempre parecía que iba a ceder y no de su presentación en Estéreo Picnic, que quizá fue el karaoke más elaborado al qué he asistido.
Apuntes finales
Fue hermoso ver a Kali Uchis sortear un duelo y la ansiedad de subirse a un escenario en su casa para demostrar que es una estrella (no que tuviera que hacerlo, we’ve been knew). Balanceó muy bien sus colaboraciones conocidas con tracks de sus tres LPs y una que otra canción clásica de reggaeton. Es que ojo esta belleza de setlist. Se bailó, se lloró, se murmuró “dios mío” cada vez que la cámara la enfocaba y se gritó “lara li la la la”, 20/10, gran experiencia.
Tame Impala me gustó mucho, fue ameno ver su transformación a una banda más groovy y psicodélica que no deja de lado los clásicos de sus primeros discos. Nunca fui muy fan de esos primeros, pero todavía tengo grabados en la mente la línea de bajo de “Elephant” y el final de “Apocalypse Dreams”, así que 10/10.
Pausa para decir que aunque Tame Impala y Mitú estuvieron muy bien, la oferta del jueves estuvo floja y la del sábado también. Esos días pudieron haber sido combinados y así evitarnos ir cuatro días al festival; la billetera y el cuerpo lo habrían agradecido.
TOVE LO, dios mía, ¿esta mujer ha escirto alguna canción mala? Seguro sí pero ninguna que trascienda en un contexto de festival, qué dicha que pudimos oír “disco tetas” y los hits de su disco Dirt Femme en vivo.
Modest Mouse estuvo muy tight, fue gracioso ver que empezaron una canción con un banjo y luego terminarla destrozando el escenario con una canción explícitamente metalera.
L’Imperatrice fue increíble en vivo. No es algo que escuché tanto en casa y en general, lo caracterizaría como música “feliz”, pero ese estilo de disco con sintetizadores se vuelve infeccioso y casi que nirvánico con una banda tan pero tan sólida (la banda estuvo tan buena que me puse a inventar palabras, ¿vieron?).
Lo mismo con Trueno, que le llevó a sus fans una banda como la de su Tiny Desk con toda la energía que solo te ofrece un escenario de festival. Trueno cantó sus famosas mientras la banda interpolaba melodías de Michael Jackson, Buena Vista Social Club, AC/DC y uno que otro track de reggaeton y trap con un sonido distintivamente argentino.
Shout out al mae que andaba una lata de spray y un encendedor e hizo su propio lanzallamas para agradecer el fyah que nos estaban tirando WuTang y Trueno.
Sofi Tukker fue complicado de procesar porque veníamos de ver the real deal, a Mitú, y no podía dejar de preguntarme ¿cómo bailar con los beats genéricos de estos chicos gringos si literal Mitú acababa de despedazar la percusión con beats únicos? Aún así fue divertido y les tengo cariño por una entrevista que les hice en mis tiempos del periódico. Llevaron mucha escenografía y hasta un scoreboard para hacer una dinámica pero bueno, gimmicks can only get you so far. Se apoyaron mucho de samples haciendo lip sync y eso bajoneó (Lil Nas X también lo hizo con algunos coros pero por lo menos él se mueve muchísimo, la única justificación para un buen lip sync).
Me gustaron las nuevas canciones de la banda colombiana Salt Cathedral, pero no entendí por qué en algún punto el guitarrista quiso hacer la voz de El General; imitar las voces afro nunca sale bien.
Wallows fue divertido para empezar, aunque no muy especial. En otra ocasión una banda que suena a "indie británico del 2004" (non derogative, palabras de Javi) estaría tocando a las 3 p.m., pero bueno, el festival tenía que rellenar 4 días. A veces unos muchachos aesthetic jugando con guitarras Fender es todo lo que uno necesita para sentirse oficialmente en un festival.
Cigarettes After Sex por Alejandro González.
Fuimos a ver Cigarettes After Sex, también conocido como “Puchos después de garchar” y el soundtrack de la depresión. ¿Qué decir? Fue un artista muy adecuado para el frío de 8°C de ese momento, I can tell you that. Yo sabía que iba aguantar como cinco canciones porque no es mi ride. Tuvieron problemas con el sonido pero eso no fue problema pues todas las canciones me sonaron igual. “Esto es Beach House con anemia”, dijo un compa que permanecerá anónimo.
Otro agradecimiento a la organización por tener tantas opciones de comida: igual pasé comiendo choripán y palomitas.