Terminemos el 2020 existenciales.
Me gusta inventarme juegos arbitrarios, como caminar en la cerámica dando pasos como los daría un caballo en el ajedrez o no levantarme a tomar agua hasta que termine de escribir un párrafo. Esos juegos me ayudan a vencer el déficit atencional y a no tomarme las cosas tan en serio (mientras me las tomo muy en serio).
Mi juego de esta semana fue: tengo que elegir mi canción del año. Sí, yo, el que hace unas semanas les decía que las listas nunca servían para nada y el que cree que la música no puede ser competencia. Canción del año. Ah, bueno y tengo que sacarla de mis 100 canciones del año en Spotify, si no, sería un gran hipócrita, ¿verdad?
Mi nombre es Johnny Knoxville, bienvenidos a La Necedad.
Debo admitir que 13 de las 100 canciones tenían la voz de Bad Bunny. Pero eso más que motivarme a escoger una canción de él, me hizo examinar el motivo. Bad Bunny sacó tres discos este año, es obvio que iba a tener una presencia bastante fuerte en cualquier lista y ¡sorpresa! resulta que es el artista más escuchado en Spotify.
Entonces no podía ser Bad Bunny ni trap, ni reggaeton. La canción del año tenía que ser algo más trascendental, algo que fotografiara el momento sin ser tan obvio.
Escogí “Nunca Estoy” de C.Tangana. Es melancólica y bailable, una canción que a todas luces es anti-trap, anti-Bad Bunny y muy del 2020.
Primero les presento a C.Tangana. Este español ha sabido construirse una imagen entera como ídolo (de hecho ese es el nombre de su disco más famoso). Digo “construirse” porque él mismo sabe que es un personaje inventado y lo revela constantemente y los cuestiona constantemente. Su primer disco “de verdad” se llama ÍDOLO y no es coincidencia. Él quería poner a la gente a cuestionar su relación con esas figuras casi que intocables y en un conversatorio se presentó como un “vendehumos, desde hace mucho tiempo”.
Mi generación y yo odiamos a los billonarios y quemamos a los infieles, pero cuando C.Tangana canta “El Baile de la Lluvia” o “Bien Duro” nos dejamos encantar por ese bigot, el tóxico, el innombrable, una figura que personifica el trap (él, siempre tan consciente de lo que es, siempre le ha huido a esa etiqueta).
Una vez en un bar escuché a un tipo contar que C.Tangana paró un concierto en el 2017/2018 para decirle a la gente “¿esto es lo que les gusta? ¿un hombre que les da órdenes y les canta canciones de plata y mujeres?”. Él mismo deconstruyó todas esas ideas desde el inicio, abriendo la puerta a que la audiencia enfrentara sus propias contradicciones.
Esos fueron los primeros pasos para escribir la canción más anti-trap de esta generación: “Nunca Estoy”. Este sencillo -con el que rompió récords en España- está escrito desde de la perspectiva de una pareja femenina sobre todo su éxito. “Y otra vez soy una imbécil esperando a su hombre / ¿Cómo quieres que te quiera si no estás aquí?” Imagínense todos los matches de Tinder que valieron verga porque estábamos en cuarentena. Imagínense a Lady Di cantándole esas palabras al príncipe Carlos. Ahora pónganle ritmo de funk brasileño. Lograr capturar esa pérdida, ese sentimiento de no poder tocar o sentir, lo hicieron un hit inmediato en la pandemia.
Alguien muy cínico uno diría que C.Tangana trata de redimir sus conductas con esta canción pero no creo que sea así, creo que dedicándose a una canción él mismo está mostrando lo egoísta que es su personaje y el desprecio que él mismo se tiene. Es tener sentimientos sobre tener sentimientos mientras se considera los sentimientos ajenos; algo muy normal con todo el tiempo que tenemos entre manos.
Estamos muy acostumbrados a querer las cosas escritas en piedra, a buscar estructura, pero la vida es mucho más desordenada que nuestros planes y eso es lo que me recuerda esa canción, que la verdadera normalidad es aceptar que casi nada está en nuestras manos.
En esa misma línea diría que mi canción costarricense favorita del 2020 es “Resulta” de Canina, precisamente por ser otro himno anti trap: no tiene coro, no necesariamente es bailable y lo más importante: nos desinfla los sueños como quien le acerca un encendedor a un globo. La vida no siempre sale como queremos y hay que saber lidiar con eso. Feliz Navidad.
¿Artista del año?
Lo que me lleva a Benito. Nadie tenía planeado que Bad Bunny publicara tres álbumes este año, ni siquiera Bad Bunny. Él grabó a inicio del año un video en el que recreaba la conferencia de prensa en la que Michael Jordan anunció su retiro, pues en algún punto estuvo muy cansado de las giras y de cantar y consideró largarse para no volver. Pero eso cambió en algún punto de la cuarentena.
Lo recuerdo muerto de frío cantando en el Desfile de Macy’s de Thanksgiving 2018, simplemente pasándola mal. Si lo comparo con el concierto montado en un camión cantando todas las canciones de YHLQMDLG de hace unos meses, el cambio es evidente.
Mi Artista del Año tiene que ser Bad Bunny porque, ¿quién más está golpeando simultáneamente todos los botones del juego y acertando todas las veces? La noche en que publicó su más reciente disco, El Último Tour del Mundo, se sintió como un evento de magnitud continental, como si hubiera temblado desde Alaska hasta Tierra del Fuego.
Spotify ya nos confirmó que este disco es el debut en español más sonado en su historia. Bad Bunny es, bajo cualquier medida respetable, el más duro y como él lo dice en el intro del nuevo álbum, el mundo es suyo.
Es el artista del 2020 por el video de “Hablamos Mañana”, por todos los memes de “Safaera”, por el live bailando “A Tu Merced” con su novia Gabriela, porque dijo que no hubiera sacado “La Santa” sin Daddy Yankee, porque “Cómo se Siente Remix” es inmejorable y por lanzar un tercer disco en un año en el que no parecía que podía triunfar más.
Tenía mucho tiempo de no disfrutar tanto la primera escuchada de un disco y El Último Tour del Mundo no decepcionó. Quizá solo con el disco que les comenté de Yaeji, pero es que Bad Bunny es diferente. Yaeji me da texturas y ternura, pero me habla en coreano; Bad Bunny hace una canción de ska suramericano (“Maldita Pobreza”) que sirve como himno empoderador y luego escribe una canción tipo Zoé (“Trellas”) para que algún chiquillo ligue en un talent show. Me da orgullo decir que Bad Bunny habla mi idioma y se encarga de desarmarlo a su gusto.
Bad Bunny, recordemos, NO ESTÁ FIRMADO POR UN SELLO GRANDE. ¿Entienden lo difícil que es ser el artista más sonado en Spotify sin eso? Tiene un equipo, por supuesto, pero lo que está logrando Bad Bunny sin esa maquinaria que antes parecía ineludible es inédito.
Y luego me pongo a pensar, ¿lo podría haber logrado estando con una disquera? ¿Lo dejaría una disquera hacer una canción tan mal producida basura como “Maldita Pobreza”? De seguro no. Me los imagino diciendo “o hacés un disco todo de rock, o todo de reggaeton, pero eso que querés, no”. Pero Bad Bunny hace lo que le da la gana. Esa es la magia, que el tipo está en lo más alto en este momento haciendo todo lo que los artistas de disqueras no pueden darse el lujo de hacer.
Esta semana vi a mi familia después de muchos meses de no tener mucho contacto. Las últimas reuniones familiares no han terminado sin unos 10 minuticos para hablar mal del reggaeton y Bad Bunny, así que fui preparado para oír eso otra vez. Imagínense mi sorpresa cuando me di cuenta que ahora en la mesa familiar el tono es un poco más abierto al reggaeton porque es lo que le da paz y acompaña a mi abuela de 80 años.
A mi abuela le vale si Bad Bunny tiene o no una colaboración con Adidas, si cantó en el Super Bowl; ella no se deja llevar por todo ese hype que le merecería el título de “Mejor Artista”. Mi abuela dice que le agrada BB porque “tiene canciones vacilonas”. ¿Cómo me van a decir que no es el artista más grande del mundo si hasta mi abuelita le rinde pleitesía?
Bye, me fui
Se va terminando el año y con él nos llegan los vientos alisios, los resúmenes de Spotify y la revisión de nuestras metas del año. En las mías no estaba hacer algo como La Necedad, pero sí recuperar mi voz. Escribir como a mí me gustaba, de lo que me gustaba y gracias a todas las personas que leen esto (¡sí, usted!) lo he podido hacer.
Mil gracias. <3