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La ola argentina (o Fui a Tama por primera vez para ver Duki y a Biza)

En la entrada pasada conversamos de la invasión en el mainstream de la música de México, las bandas y los cantantes de corridos que aterrorizan a los papás más conservadores y hasta al presidente Andrés Manuel López Obrador.

Pero hoy vamos viajamos al otro extremo del continente para hablar de un fenómeno que yo desestimé durante algún tiempo pero es real: Argentina está en la casa.

Desde el 2018 he visto crecer la influencia del trap argentino en CR, sobre todo cuando los raperos ticos empezaron a copiar sus modismos y expresiones (algunas más innecesarias que otras). La ropa, los tatuajes y todo ese flow Duki rockstar ha sido el impulso necesario para que muchos ticos encuentren su imagen como artistas.

También he notado la cara que hace algún gen Z cuando le cuento que he estrechado la mano de Wos, Aczino, Bnet, Arkaniano y otros campeones de la Red Bull Batalla de los Gallos.

Entre ellos, solo Wos es Argentino, pero fue precisamente gracias a las batallas de rap que las voces argentinas empezaron a darse a conocer por todo el continente.

Quizá había una vieja escuela que decidía un camino fijo: o eras rapero de plaza que improvisaba rimas al vuelo o grababas tu música. Pero los argentinos mejor que nadie supieron dar el salto de una a otra: Duki, Wos, Trueno, Khea, Tiago PZK y otro montón de nombres que rotan los fans del rap argentino atraparon a la audiencia primero con su ingenio y luego con canciones y conciertos de proporciones épicas.

Este 2023 vi a Trueno romperla en Estéreo Picnic (Bogotá), cantando las piezas que hizo famosas en su sesión de NPR y luego improvisar algunas rimas sobre Colombia. En ese momento Trueno se sintió intocable.

Pero el mayor shock de este año fue ver la locura por el concierto de Wos en Costa Rica. Planeado originalmente en Club Peppers en Zapote (recinto que Tiago PZK), Wos agotó las entradas tan rápido que debieron mover su show a Parque Viva. Para ponerlo en contexto: Peppers puede recibir a unas 3 mil personas. Parque Viva tiene un récord de 18 mil con Karol G. Wos no llenó el recinto como la colombiana, pero definitivamente convocó a un llenazo y abrió el chance para que público de todas las edades fuera a verlo.

Así que no me extrañó que para Semana Santa anunciaran una presentación de otros dos argentinos que hacen ruido en internet: Duki y Bizarrap, uno por ser la cara del trap argentino para todo el mundo y el segundo por encargarse de encontrar talentos que no mucha gente conoce y llevarlos a las grandes ligas. Biza creció tanto con sus invitados que ahora puede darse el lujo de hacer un diss track con Shakira (y sacar 27 canciones que suenan igual después de eso). Pero bueno, volvamos a lo artístico.

^nightmare blunt rotation

Bizarrap ha sido el punto de entrada para conocer nuevos artistas. Snow Tha Product, Villano Antillano y -por qué no decirlo- Nathy Peluso hicieron un salto enorme en sus carreras después de salir en BZRP Music Sessions. Biza viene haciendo el mismo show desde Lollapalooza 2022, solo agregando nuevas sesiones a como salen, pero su ascenso ha sido innegable.

Para hablar de cómo fue ver a esos dos juntarse en una playa hoy les traigo a Cata Trejos que se animó a manejar a Guanacaste ida y vuelta para verlos. Esta es la fiebre que despiertan los artistas argentinos representada de la mejor forma.

Fui a Tama por primera vez para ver Duki y a Biza

Por Cata Trejos

1.

Duki vino a Costa Rica y no solo eso, Bizarrap también. 

Me levanté a las 3 a.m. y manejé sola 7 horas para verlos. Vinieron el 7 de abril y aún no he lavado mis botas llenas de polvo.

Parte de mí lo recuerda como un sueño, quizá porque no me deja de parecer surreal e inesperado que vinieran al país, pero principalmente porque me había rehusado toda mi vida a ir a Tamarindo, especialmente en Semana Santa.

No me imaginaba sumergiéndome en un mar de gente, sudor y arena por nada, ni por nadie.

A ambos ya los había visto en vivo en el Lollapalooza de Argentina del año pasado, los había visto “jugar en casa”; pero al parecer no me podía perder la oportunidad de verlos jugar en la mía. Estaba nerviosa porque se les llenara y porque ojalá el público costarricense coreara absolutamente todas las canciones, que fuéramos un 10 de público merecedor de historias de instagram de asombro, como las que hizo Eladio Carrión post Picnic la primera vez que vino. Estaba nerviosa como si de mí dependiera.

Desde que empezaron las publicaciones de su posible llegada al país hubo un mar de incertidumbre y excepticismo que se mantuvo hasta el minuto antes del concierto. No fue el show más publicitado, ni el anuncio más formal. Que fuera en Tamarindo no ayudó tampoco a la certeza de cómo iba a ser y la verdad tampoco al entusiasmo.

2.

Si yo digo, "Quinto", ustedes dicen, "Escalón"
¡Quinto!
(¡Escalón!)
¡Quinto!
(¡Escalón!)

A Duki lo escuché por primera vez en el 2018, antes de eso sabía que participaba en las batallas de rap de El Quinto Escalón junto a varios de la escena (Paulo Londra, Trueno, Wos, etc.), pero no había escuchado sus canciones. No tardé mucho en engancharme en el trap argentino y poco a poco fui entendiendo su rol en la escena. Duki no es solo de los artistas argentinos más escuchados, sino que ha sido un eje central en que toda la movida Argentina esté donde está, en dónde varios artistas son reconocidos y populares en el continente americano y en España.

A Bizarrap lo escuché desde la Session #1 hasta ahora que va por la #56. Algo de mí supo desde entonces que él sería grande. Quizá no imaginaba 4 récord Guinness obtenidos por su Session con Shakira, pero sí que iba a “romperla”.

Eso me llevó a verles en Argentina y ahora aquí en Costa Rica cuando ya ambos nombres son sinónimo del éxito argentino.

3.

Tres días antes del concierto aún no sabía si iba a ir. No tenía hospedaje claro, ni plan con amigues. Muchos fans que conocía desistieron al saber que era en Guanacaste. Una amiga con casa en El Coco me dijo que podía quedarme donde ella, a una hora de Tamarindo. Eso implicaba que yo manejara sola hasta Guanacaste en plena Semana Santa y luego manejara una hora ida y vuelta para ir al lugar del concierto. Todo parecía demasiado esfuerzo y una sensación de fondo de ¿por qué hago estas cosas? ¿por qué soy así de necia?

Sí fui y muy temprano. Compré birras y me formé en la fila. Desde los parlantes del escenario, en prueba de sonido, una voz como de cantante de “Sin bandera” entonaba los versos de la última canción que había sacado Duki “Muero en un escenario. En un harakiri vestido de AMIRI”, una voz completamente diferente a la de Duki parecía confirmar que todo era real, que el concierto sí sucedería en pocas horas.

La cantidad de gente que vi en la fila al llegar y el entusiasmo que tenían fue un buen augurio para mi artista pleaser interna. Era raro sentir que ya sabía a lo que iba, por haberlos visto a ambos; pero al mismo tiempo no tener ni idea.

¿Por qué hago estas cosas? ¿por qué soy así de necia?

Desde ese momento el lugar no se parecía a la imagen de Tama de mi mente: la localización de Beachfest era alejada de la playa en una especie de lote baldío en el que me faltaba el olor a mar; la arena era sustituida por tierra suelta y hacía mucho menos calor del que esperaba.

En la fila se sentía la emoción, al menos. Mientras esperaba a mi amiga, quienes estaban detrás mío en la fila se dispusieron a hacer un sondeo riguroso y académico: ¿Cuál canción creen que no puede faltar? “Goteo”, otres decían que obvio la sesión con BZRP, “Givenchy”, “She Don't Give a Fo” y “Si Quieren Frontear”.

4.

Con algunos minutos de atraso y la gente impacientándose luego de cantar “Duki, Duki” hasta el cansancio y de jugar a interpretar las luces y adivinar cuando se van a apagar para anunciar el inicio, salió Duki.

Lo primero que pensé al verlo es que se trataba del Mauro versión 2023 por su outfit, trap con su camisa negra Adidas, pero con una pantaloneta colorida turquesa con dibujitos, incluso tierna, ese Duki que cambia la letra de “Tumbando el Club” que decía “tu puta sabe quien soy” por “tu chica sabe quien soy”. El Duki que es un poco menos “rockstar” convencional, empezó su concierto con la canción “Rockstar”.

Me queda bien cuando me miente
Me queda bien ser el de siempre
Me queda bien to' lo que inventen

Mientras se presentaba y yo iba saliendo del asombro inicial, fui cayendo en cuenta de que éramos más de lo que pensaba, vi las luces del escenario, visuales tuanis en tonalidades rojas y naranjas y un Duki que descubrí que era alto, algo que no había notado en Argentina.

Algo que anoté durante el concierto fue: “casi todas las canciones, son un hito en su carrera”. Lo pensé cuándo cantó Givenchy”, canción con la que regresó al trap luego de sacar el álbum Temporada de reggaetón, un regreso demasiado esperado. Y con “Además de mí Remix” un junte con varios artistas de la nueva generación como Tiago PZK, Lit Killah y María Becerra que significó la reconciliación de peleas pasadas y a mí parecer, Duki abriéndoles camino en la escena. Esa canción fue de las más cantadas por el público del concierto, reafirmando el éxito de esta nueva generación argentina.

Antes de llegar al concierto hice una historia de Instagram que decía que no podía esperar para desgalillarme con “She Don't Give a Fo”, esa canción que cuando descubrí aprecié finalmente ese sonido desafinado y crudo, las canciones que no hacen esfuerzo por sonar bien, que se sienten como hechas en el momento de sufrimiento, con la herida abierta; canciones por las que términos como desgalillarse existen, en las que a artistas como Duki se les va el aire y si no se les fuera, no sería lo mismo. Quedé afónica luego del concierto y algo me dice que fue por cantar:

Y si te digo que el resto nos mira como si estuvieran odiando lo nuestro,
Y veo en tu cara que no te importa nada como si hubieras nacido pa'esto.

Logré mi meta anunciada por redes y lo hice en conjunto; cantándola sentí que estábamos intentando representar a todo aquel que no había podido ir a Guanacaste.Teníamos esa misión. Cantábamos por elles.

Nuestra misión se mantuvo también saltando en “Tumbando el Club Remix”, una de las canciones más importantes de toda la escena del trap argentino. Un junte miedo que salió en el 2019 y reproduje unas 10 veces al día y que me sé completa, sus casi 8 minutos de sus 11 cantantes. Brincamos con todo y ahí sentí que éramos muches, muches conscientes de lo que fue, es y será esa canción.

^271 millones de reproducciones y contando

Duki se puso la bandera de Costa Rica en los hombros la mayoría del concierto. A diferencia de mi experiencia en Argentina, ese artista que había visto en un mar de gente, distinguible sólo por la pantalla, estaba ahora apenas a metros de distancia de mí. Parecía más una persona de carne y hueso, menos estrella, más cercana, más desubicado también, se sentía enajenado y propio a la vez. Era y fue nuestro Duki por una noche.

Cantó todas la canciones del sondeo riguroso hecho en la fila, y dio un concierto que se sintió como el preámbulo de algo más grande; cuando él vuelva y puedan ir todes a quienes representamos, quiénes fuimos a Tamarindo nos vamos a abrazar, al menos así es en mi mente.

5.

El biza la soltó y sonó cabrón

Cuando vi a Biza en Argentina no tenía altas expectativas. No es un artista que canta y baila, es ir a ver a un DJ. No me imaginaba que iba a ser de los mejores conciertos de mi vida.

Ahora que vi a Biza en Costa Rica, tampoco tenía altas expectativas, ya lo había visto e íbamos a ser muchas menos personas y menos luces o visuales boom. Otra vez estuve equivocada: no sabía que iba a ser aún mejor que en Argentina.

Biza salió y lo primero que anoté fue: “que cliché, pero este mae es de otro planeta”. 

Me gustaría saber de teoría musical para elegir las palabras correctas, pero se siente que sabe qué reacción va a generar cada uno de los beats, cambios y notas. Que hay un cálculo de laboratorio detrás y que es completamente diferente a cuándo es una producción de una canción en su estudio. Es una composición hecha para pasarla bomba en un concierto.

Parte de lo que hacía todo más emocionante fue que, desde que salió hasta el final, Biza no quitó la cara de niño con juguete nuevo. Estaba asombrado con la respuesta del público y nosotres le devolvíamos la misma emoción. Ese intercambio que es al mismo tiempo muy propio de conciertos y muy difícil de alcanzar.

Los visuales igual fueron boom, meticulosamente calculados y con la misma precisión de las mezclas. En Costa Rica hemos demostrado ser fans de Eladio Carrión y cuando puso esa session hubo tanta euforia que sentía que éramos un público unido, pero desconectado.

Ya para ese entonces, el cansancio de las horas de espera y el mood de fiesta entraron en juego, por lo que me cuesta recordar momentos específicos. Se creó una atmósfera que se mantuvo de principio a fin, cantamos y bailamos cada canción, porque la mayoría además son hits.

No soy fan de la Session con Shakira, hasta había comentado con mi amiga que nos daría pereza cuando sonara en el concierto. Para nuestra sorpresa la cantamos y bailamos como si no hubiera un mañana y fuera nuestra canción favorita; así fue un poco con todas.

Al terminar y luego de que ya se hubiera tomado dos fotos con el público, le pedimos la sesión de Arcángel, que no tenía ni una semana de haber salido, se asombró y dijo que todavía no la tenía lista. Igual la puso y se terminó de confirmar para todes, incluyéndolo a él, que habíamos vivido algo rajado.

Epílogo

¿Por qué hago estas cosas? ¿Por qué soy así de necia? Nunca me he arrepentido, ni creo que lo haga.

Ver a artistas de nuevo, pero en mi país, ha hecho relucir una especie de nacionalismo que no sabía que tenía. Notar que respondemos con demasiada emoción, que realmente siempre fuimos un público top que merece que esto siga creciendo y que todos los artistas sigan viniendo.