Rosalía hace discos para la gente que escucha discos y canciones para quien las quiera.
Hace unas semanas hice un post fuera de LA NECEDAD titulado “No le tenga miedo a votar por Villalta”. El post que les traigo hoy bien se podría llamar “No tengan miedo de escuchar MOTOMAMI”. (nada más no digan que comparé a Rosalía con Villalta o algo así, ya tuve muchos problemas con los fans de Kurt Cobain).
Como muchos otros seres hispanoparlantes, sentí que se me secaba el cerebro cuando escuché por primera vez “Hentai”, uno de los nuevos sencillos de Rosalía.
La catalana que nos había deslumbrado con El Mal Querer (2018) ahora parecía que apostaba por las rimas más fáciles del mundo y por contraponer una melodía diga de Disney con una letra hipersexual. No era la sexualidad lo que me molestaba, sino -de nuevo- el poco esfuerzo lírico de parte de la misma persona que antes nos había deslumbrado con “Malamente” y “Pienso en Tu Mirá”.
El baby voice de Rosalía sigue ahí y sí, durante todo MOTOMAMI los vocal chops de Rosalía siguen intactos, pero en esta ocasión no nos cuentan la historia de Flamenca, una novela del siglo XIII de una mujer que se empodera, sino que nos cuenta la historia de Rosalía Vila Tobella, una mujer que está aprendiendo a navegar la fama y las expectativas de la industria.
El blog español Jenesaispop dijo que los anticuerpos que ha generado MOTOMAMI les recordaron a DONDA (2021) de Kanye e incluso a Volta (2007) de Björk, pero “Si este es su ‘Volta’ o su ‘DONDA’ o su ‘Metal Machine Music’, lo sabremos no dentro de 2 días, sino dentro de 2 años”.
Sabemos que El Guincho estaba de vuelta para ayudar en producción y que a además de ellos, Rosalía buscó a Noah Goldstein, Michael Uzowuru y hasta a Pharrell y Chad Hugo (The Neptunes) para hacer “Hentai”, pero aunque la cuenta de productores estaba larga el resultado era un bodrio inexplicable (aunque completamente memeable).
No me malentiendan, yo amo la música sin sentido práctico -y tal vez la toda música no tiene más sentido práctico que entretener-, pero mentiría si no digo que tenía expectativas altísimas por este disco y “Hentai”, “La Fama”, “Saoko” y “Chicken Teriyaki” me las arruinaron. Esos adelantos me parecieron a penas borradores de canciones geniales (aunque admito que le fui tomando cariño a “Chicken Teriyaki” porque es un banger).
Si El Mal Querer fue un billete de diez mil que le cayó bien a todo mundo, MOTOMAMI se veía como una incómoda y pesada bolsa llena de monedas que no sabemos cuánto dinero suma al final.
Hace dos semanas ya tenía mi veredicto: este disco sería un desastre sin pies ni cabeza. Pero cuando la disquera de Rosalía, Sony Music, me contactó para que escuchara MOTOMAMI nueve días antes de su lanzamiento, dije que sí inmediatamente. Mi razonamiento fue: voy a escuchar el disco completamente sin prejuicios y si está bueno, voy a alegrarme; si es un desastre al menos voy a estar ahí en primera fila para disfrutarlo, como cuando fui a ver Cats (2019) al cine solo porque amo el cringe.
Voy a compartirles las notas que hice cuando escuché el disco por primera vez y lo que siento ahora que lo puedo escuchar en Spotify.
Fuck el stylist, fuck el estilo
“Saoko”, como ya había dicho, no me parecía una gran canción, pero sí tiene una suerte de premonición: “Fuck el stylist, fuck el estilo”. Después de hacer un disco casi diseñado para ser celebrado por la crítica musical, Rosalía decidió dejar de ser la indie darling que mucha gente quería con sencillos como “Con Altura” y “Saoko”, como la primera canción en el disco, pone el dedo en la llaga y le dice a la gente que la “old Rosalía” está muerta. Y cuando dijo “Pa ti, ná quí, chicken teriyaki”: le echó limón a la llaga.
Esto lo analizo sé en retrospectiva porque durante mi sesión de escuchar MOTOMAMI nos saltamos “Saoko” y “Chicken Teriyaki” para ahorrar tiempo. Ahí el primer consejo: escuchen el disco entero y si son de los que les gustan los discos que tienen sentido de principio a fin y si sobreviven a los primeros 5 tracks, van a pasarla muy bien.
“Candy” es una pieza de reggaeton nostálgico en la que bien pudo aparecer Bad Bunny. Pero no, ¡es una canción de Rosalía! y por eso en el canal izquierdo y derecho suenan voces procesadas y un beat dulce y brillante. “Candy” también es de las pocas canciones del disco en las que se escucha una guitarra, un instrumento que Rosalía quiso evitar en este disco para desligarse de El Mal Querer.
“Es mala amante la fama” cantan Rosalía y The Weeknd en la siguiente canción, siguiendo con la idea de que este disco no se trata de nadie más que de una Rosalía que quiere su individualidad en la industria y fuera de ella.
La canción que sigue es “Bulerías”, que fácil podría haber sido parte de El Mal Querer por sus voces, beats y sonidos de flamenco. Ahí me pregunté ¿por qué hacer una canción así si acaba de desligarse completamente de lo que había hecho antes? Rosalía, con inteligencia, me contestó en la primera frase de “Bulerías”:
yo no tuve que hacé ná que yo no quisiera
Fuck. Hay que admirar ese nivel de self-awareness.
El orden de las canciones en MOTOMAMI es una experiencia doble: Se puede escuchar a como está en Spotify o reacomodado en dos lados: MOTO (con las canciones más de reggaeton) y MAMI (con las baladas). Es decir, así como Kendrick Lamar ha propuesto un orden alternativo para las canciones de DAMN., Rosalía también duplica y mejora la experiencia del escucha.
Vean esta imagen y confirmen que ella sabe mejor que nosotros qué es lo que está haciendo y por qué:
En fin, “Bulerías” es su canción si extrañan a la vieja Rosalía, es una barbaridad de como explota todo el poder de bailaora. ni le tiene miedo a insertar sonidos raros, muy a diferencia de “Hentai” o “Motomami”, que realmente pudieron crecer más al final con la ayuda de Arca, por ejemplo. (“Motomami” suena como a algo salido de Sweetner gracias a Pharrell)
“Chicken Teriyaki” y “Bizcochito” son dos elecciones fáciles para poner a la gente a bailar en un bar. “Chicken Teriyaki” es un intento descarado de hacer una canción para TikTok (eso se sugiere en una entrevista que le hizo New York Times) y me da ganas de gritar QUIERO UNA CADENA QUE ME ARRUINE TODA LA CUENTA porque qué mood. Ah bueno y tiene un shout out a Mike Dean.
Mientras “Bizcochito” es un throwback a las mixtapes de Panamá tipo Cuentos de la Cripta, pero con una voz mega procesada para mezclar el reggae en español con el hyperpop, una canción que perfectamente pudo haber producido Arca para la serie de kick. Me extraña que Arca no tenga créditos en este disco, aunque su influencia sea muy muy clara.
Ojalá Johnn Vega la escuchara.
Para seguir con las canciones del lado “MOTO”, “CUUUUuuuuuute” es una gran pieza de hyperpop. Me recordó inmediatamente a “A Palé” pero esta tiene algo más unhinged que me gustó. Y bueno, luego está “La Combi Versace” que es algo así como Watch the Throne pero en lugar de Kanye y JAY-Z son Rosalía y Tokischa intercambiando versos sobre lo pichudas y cool que son. Yo escucharía un álbum solo de eso producido por El Guincho y Arca.
MAMI
Rosalía explicó que la gran parte de este disco lo hizo lejos de su familia. Entre la pandemia y sus compromisos artísticos, su vida rodeada de su mamá, hermana y abuela había quedado muy atrás. Su hermana Pilar tiene créditos como escritora de “Hentai” y en “CUUUUuuuuuute” y la abuela (¿o la mamá?) de Rosalía se escucha hablando en catalán al final de “G3 N1S”, canción que comparte nombre con su sobrino y en la que escuchamos la voz gigante de Rosalía que nos enamoró hace unos años.
“G3N1S” tiene una fuerte influencia de James Blake que sí está incluido en los créditos (también aparece en “Diablo”) y de nuevo, Rosalía nos recuerda que “esto no es el mal querer, es el mal desear” y nos admite “estoy en un sitio / que no te llevaría / aquí nadie está en paz”, subiendo la tensión entre su vida familiar y su vida de famosa. “G3N1S” termina con el sonido de un órgano de iglesia que es idéntico al de los Sunday Service.
“Delirio de Grandeza” es seguro un throwback a esos boleros que escuchaba con la abuela y “Como Un G” es la mejor balada del disco. Desde que la escuché cantar “Sólo el amor con amor se paga, nada te debo y tú no me debes nada” me convencí de que Rosalía todavía tiene la voz de la que nos enamoramos hace unos años y si la usa o no es problema de ella.
Lo mismo con “Sakura” el tema final del disco. Esta es una grabación en vivo en la que Rosalía deja salir de la forma más cruda, como “Pinocchio Story” de...sí lo adivinaron, Kanye (Aunque Ye grabó esa canción en vivo, “Sakura” parece que fue grabada en estudio y luego le agregaron los gritos de concierto).
Rosalía nos da canciones como estas en las que deja abierto su cerebro por un rato para que nos fijemos y al mismo tiempo le huye a la sutileza haciendo una canción como “Abcdefg” (que bien podría verse como una versión paralela de “I Love Kanye”). Es como que no se decide entre lo que nos quiere o no quiere enseñar de su vida algunas ocasiones.
Contraste
Rosalía le dijo al diario El País que tanto “Chicken Teriyaki” como “Hentai” se benefician de tener letras crudas (hechas a la carrera en mi opinión) de bases sonoras mucho más trabajadas para ofrecer una especie de contraste. También defendió con fuerza los primeros versos “Hentai” diciendo “aún no han escuchado la canción completa”, pero habiendo escuchado la canción completa sigo pensando que es algo a lo que le faltó cocción. ¿Tal vez haber llamado a Arca? (qué necio)
Hablando de necedades, en esta reseña y en realidad, en el disco hay referencias muy directas a trabajos anteriores de Kanye West.
Puedo contar:
- DONDA
- Mike Dean (mano derecha musical de Kanye)
- Watch the Throne
- Yeezus
- Sunday Service
- “I Love Kanye”
- “Pinocchio Story”
- 500 menciones a Dios en un disco que no es necesariamente religioso
Al tratar tratar de reescribir las reglas de la industria y romper las expectativas sobre su propia carrera no dudo que Rosalía se apoyó de ver lo que han hecho otras personas en su posición. Siendo el recién suspendido de Instagram Kanye una de las más públicas y transparentes en hacerlo, no me extraña que Rosalía haya adoptado ese modus operandi para sortear con sus propios problemas al balancear la fama y la familia.
MOTOMAMI es un disco polarizante en el que vemos ciertos brillos de genialidad en donde nos esperábamos verlos o donde no queríamos verlos. ¿Es “Hentai” la nueva “Bound 2”? No sé. Pero quien se haya decepcionado con “Chicken Teriyaki” va a encontrar oro en “Bulerías”, “Sakura”, “CUUUUuuuuuute”, “Como un G”, etc. Para ser un disco de 16 canciones se sostiene muy bien e insisto, en lugar de pecar de maximalista, Rosalía recortó algunas canciones que pudieron crecer mucho más.
Si la intención de recortar era no ser messy, sus sencillos se encargaron de que eso no pasara porque la mayoría no los recibió tan bien. Pero creo que MOTOMAMI es una buena fotografía de lo que ha estado pensando y haciendo Rosalía, algo que se parece más a “Con Altura” que a la brutal e icónica “De aquí no sales” con sus sonidos de alarmas y motores. Sigue siendo Rosalía, solo cambió de motos.
¿Coldplay, alguien?
Si están como yo, SOÑANDO con ver a Coldplay pronto, les comparto un podcast que estoy trabajando con Arturo Pardo para conversar sobre los conciertos que vienen a CR, pero que también les puede gustar si -como yo- les gusta estudiar y ser necixs con sus bandas favoritas.
El episodio 3 tiene una entrevista especial con Mishcatt, la tica que abrirá los dos conciertos de Coldplay en CR.
Y el episodio 4 tiene algunos datos curiosos sobre las canciones más famosas del grupo.
Gracias por leer hasta aquí. <3