Desierto Rojo, Easy Easy, Leena Bae y más talento local me recordó por qué es que uno sale de la casa a ver shows.
Hackeos a los sistemas de salud, pizza gratis, y el juicio más asqueroso en tiempos recientes. What a week, huh? Por dicha aquí venimos a hablar de música.
La pregunta que más me han hecho esta semana es: “¿le tiraron mucha mierda por el review del Rock Fest?” y mi respuesta ha sido un contundente no. Me escribieron por lo menos integrantes de 20 bandas grandes confirmando que efectivamente les ofrecieron cirfras ridículas ($100-$200) por tocar en ese festival, pero no recibí comentarios negativos más allá del ocasional troll que dice que “escribí con el hígado”.
Voy a recordar este espacio se llama LA NECEDAD y si hay algo que me activa lo necio es que no le paguen a los artistas lo que se merecen y no les den un trato profesional. Me pone de pésimo humor. Hice lo posible por sostener mi artículo con argumentos y no solo diciendo “jaja q kk”. Y la respuesta de la mayoría de los artistas que entendieron mis argumentos fue “gracias por decirlo”, porque en la posición de elles podrían recibir represalias de parte de la producción.
Pero el Rock Fest no fue el último concierto que vi, así que es hora de pasar la página a cosas más alegres.
El domingo 29 de mayo un amigo muy querido (Carlos Arrieta, aka Lithus) estaba celebrando su primer aniversario y de gestionar prensa para muchas bandas nacionales. Su plataforma se llama LIT INC y su serie de conciertos lleva el nombre Serpentario. Mi comentario buga de la semana es que se llama Serpentario porque ahí solo tocan BESTIAS. Ahí me disculpan el timing.
El show del domingo fue de las experiencias de concierto más amenas que haya tenido en mucho tiempo, empezando porque pude sacarme el clavo de ver muchos artistas que solo conocía de Spotify como Terrasha, Felino Taurino, Selvas, Leena Bae, el esperadísimo debut de Desierto Rojo y una visita de los guatemaltecos Easy Easy.
Ahí, de pie en el Mercado la California, se sentía como que una nueva camada de bandas empezó a tomar fuerza. La forma en la que convencí a un amigo de ir fue diciéndole “el 80% de estos proyectos nació gracias a una computadora” y no mentí. Escuchamos secuencias, sintetizadores, bajos 808s tan potentes que hacían temblar desde las costillas hasta la punta de la nariz, y vimos como -sin sacrificar calidad- estas bandas dieron un show visualmente atractivo.
Terrasha puso el tono cantando un R&B sexy acompañada de una bailarina y lyrics reales como “quieres tener el control pero hago lo que quiero y te asusta” (de su canción “Fuckboy”). Felino también puso el tono en término de que no se necesita tener una banda gigante -solo secuencias, bajo y guitarra- para establecer la versión moderna del stadium rock.
Leena Bae, santa patrona de La Necedad.
Luego fue el turno de Leena Bae y… ho-ly-shit. Creo que tenía mucho tiempo sin ver a una performer under tratar a un público como si fuera el show número 50 de su gira. La soltura de Caru Baviera en el escenario combinada con la producción de sus canciones (varias de ellas trabajadas por Bumont de Easy Easy) se sintió como el show de R&B, hip-hop y pop que la escena necesitaba hace tiempo.
Caru tiene por su familia conexión con los sonidos de Brasil, de Estados Unidos, vivió en Costa Rica y ha sido DJ y manager desde hace varios años en Guatemala. Creció no solo en múltiples lugares sino con diversas influencias culturales y eso se sintió en su show: desde el autotune de Kanye, pasando por la energía de animador del quinceaños que le dice a la gente que se acerque para pasarla mejor y hasta la coreo y la seguridad regia de Britney. Leena Bae es el perfecto ejemplo de que 30 años de estar recibiendo cultura pop en una pantalla puede transformar a una persona en una popstar de nicho. Espero que muchos otros escenarios la reciban pronto, se van a llevar una sorpresa exquisita.
Leena dándolo todo.
Mientras me recuperaba de todo eso decidí ir al fondo del venue a saludar algunos amigos, aunque la conversación se interrumpió varias veces para escuchar a Selvas. La banda es sólida, sin duda, aunque sentí que las canciones se empezaron a parecer una con otra muy rápido. (Comentario necio: El cantante de Selvas repitió varias veces que estábamos en frente de “el mejor baterista de Costa Rica”. Yo le diría con mucho cariño que busque los créditos de Sí San José, disco en el que grabaron literalmente los 4 jinetes de bateriocalipsis).
Finalmente llegó Desierto Rojo. Si les digo que he esperado ese concierto desde hace 4 años no les miento. El proyecto de Don Dago (Diego Obando) presentó el sencillo “Amargo” en el 2018 y desde entonces iniciamos una campaña de cyber bullying para que hiciera un puto concierto (por motivos legales esto es un chiste).
El debut de Desierto Rojo.
Como el típico proyecto que nació de una sola persona, Desierto Rojo tuvo dificultades encontrando las piezas correctas para sumarse a la banda en vivo y para darle a sus grabaciones el sabor deseado. Respeto muchísimo a las bandas que tienen la paciencia de pulir y pulir y pulir su sonido antes de subirse a un escenario y en este caso, la espera lo valió.
Desierto Rojo tenía la energía de los primeros chivos de Cocofunka, Sonámbulo y Triddi, pero con un sabor de funk muy propio y una obsesión por los filtros lo-fi que solo una persona de la generación Z podría incorporar exitosamente en un proyecto tan bailable. El concierto fue un maldito fiestón.
El bajista Pablo Luna es una bestia. El baterista Jay López también. El mae de las congas nos estaba dando vida y en el escenario había no uno sino DOS tecladistas???? El cuidado de las texturas era evidente y la forma en la que Diego se metió en el personaje de Don Dago -ese personaje del Chepe nocturno que usa anteojos oscuros aunque sean las 8 de la noche- fue brutal. Se sentía como si viniesen llegando de su gira por Europa con el colmillo pulido… pero no. Era su primer chivo oficial. Escribo estas líneas poniéndome la mano en la frente y frotándome la cara de la frustración porque todavía no lo creo. Son muy muy buenos. Les estaré avisando en Instagram si vuelven a tocar.
Sofía Insúa de Easy Easy.
Para bajar las revoluciones y cerrar el show, Easy Easy nos volvió a recordar que las fusiones musicales tienen más sentido en manos de latinoamericanos. Nuestro continente tiene influencia de muchísimos lugares y tendencias y en el caso de ellos esa mezcla entre R&B, dream pop y shoegaze es brutal. La cantante Sofía Insúa transita entre el español y el inglés sin problemas, y básicamente nos tenía en trance mientras la guitarra de Rodolfo Madrid nos subía y bajaba la energía según fuera el caso.
Ellos nos recordaron que hay muchas bandas que han esperado dos años para retomar los escenarios y que cualquier nostalgia por los conciertos era completamente justificada. No éramos muchos ahí, no estamos hablando de la escala de Coldplay, pero les juro que yo estrañaba más esoshows de 200-300 personas, porque si todo sale bien, se siente que el futuro de cada banda es brillante y que de ese pequeño escenario en San José solo pueden seguir dejando bocas abiertas en otros países. Serpentario nos revivió esa esperanza.
¡Vuelve Caloncho!
Hablando de conciertos, corran a buscar entradas (click aquí) para el concierto de Caloncho del 11 de septiembre. De nuevo será un domingo -igual que el de Daniel, me estás matando y el de Serpentario-, pero creo que ya va siendo hora que la gente del Mercado empiece a abrir espacios para sábados, la cantidad de público que hemos visto en estos shows lo amerita.
A Caloncho lo pude ver en el 2014 en Jazz Café Escazú y por lo que recuerdo, desde el primer acorde uno se siente como que está en la playa. Luego uno se siente súper horny (es normal, no se asusten). Revivamos la estética tumblr del 2014 solo para probar mi punto:
Caloncho va a promocionar su nuevo disco Buen Pez que justo estrenó esta semana.
Y ya que estamos recomendando videos, no se queden sin ver el último de Jungle.
Gracias por leer hasta aquí. <3