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Un brindis por los douchebags

¿Cómo puedo celebrar lo que Kanye hizo viendo lo que él hace hoy?

Por Carlox Soto

Desde −más o menos− el 2017 tengo en mi Google Calendar una anotación que no me he atrevido a borrar.

El 22 de noviembre del 2020 se cumplirán 10 años desde que Kanye West lanzó My Beautiful Dark Twisted Fantasy, que muchos consideran (consideramos) su mejor disco. Toda la historia alrededor del álbum es fascinante: desde saber que Kanye buscaba redimirse ante el ojo público por interrumpir a Taylor Swift en los VMAs, hasta el hecho poco conocido de que con ese álbum Kanye terminó de conquistar a Kim Kardashian.

Yo, personalmente, no puedo pensar en un álbum que me haya sacudido tanto mis definiciones de música y de producción musical. Es un álbum que me explotó la cabeza con cada canción y cada vez que lo visito me vuelvo a sorprender de lo cohesivo que es y el genial puente que hizo entre el camino que llevaba el hip-hop y la ruta que estaba por tomar.

Ver en el celular el recordatorio de que Dark Fantasy cumple 10 años siempre me trae sentimientos encontrados, porque me cuesta celebrar lo que Kanye hizo viendo lo que él hace hoy.

El último tuit de Kanye West anuncia que en el 2024 volverá a lanzarse como candidato presidencial, seguro con esperanzas de que en ese momento se lleve otros 60.000 votos. También ha compartido propaganda ultraconservadora y tenido un par de rants que preocupan bastante sobre su salud mental. (Este artículo explicando la relación de Kanye con la religión y su tipo de bipolaridad me parece clave. Como una persona que creció con una bipolar, creo que es importante escuchar una voz que habla con franqueza de cómo es vivir con este trastorno).

Es claro que hubo un antes y un después de Kanye en el 2016, cuando cayó en una depresión fuerte, ahí empezó su giro hacia hablar como un señor religioso republicano y como un pastor. Incluso, por este cambio, él ha dicho varias veces que nunca va a volver a interpretar canciones que tengan vocabulario vulgar, osea, posiblemente nunca va a cantar algo de My Beautiful Dark Twisted Fantasy. Nunca más. Él mismo “canceló” su disco porque él ya no es la persona que lo escribió.

Bueno, pues, tal vez me gustaba más la persona que él era antes. Y esto, quiero aclarar, no es un análisis político, ni musical, es un texto sobre cómo celebrar un disco de una persona con la que ya no tengo nada en común.

Si hoy Kanye suena como que no le interesa el movimiento Black Lives Matter, hace diez años en “Gorgeous” −cantando sobre uno de los beats más deliciosos que se hayan hecho con guitarra eléctrica− sonaba como que si él mismo estuviera estaba tratando de iniciar una revolución, darle su primera chispa.

Por cada vez que hoy dice que “la familia es la base de la sociedad”, antes entendía el mundo como un lugar inhóspito para un hombre como él, un hombre negro, un hombre cuya sensibilidad era mucho más alta y expuesta que la de la mayoría de sus colegas. “All of the Lights” fue escrita desde la perspectiva de un hombre que acaba de salir de la cárcel y está teniendo un aterrizaje doloroso en el “mundo real”.

En “POWER” critica al sistema directamente y defiende su derecho a no ser una persona ejemplar, a tener un pésimo carácter y critica a las personas que al oírlo inmediatamente asocian su comportamiento con su color de su piel.

Podría en serio analizar por horas las letras y hablar horas de ese disco (pero eso ya se hizo en este maravilloso libro).

Para mí personalmente es un disco revelador y que abre la puerta para diez años (2010-2019) en los que después de huirse el uno al otro por un tiempo, el pop y la revolución volvieron a trabajar de la mano. Pero si el hombre que se llevó a un grupo de talentos a Hawaii para grabar el mejor disco de rap de la historia, el hombre que hizo un visual album para Dark Fantasy antes de que eso fuera a thing, YA NO QUIERE SABER NADA DE ESE DISCO, ¿cómo se supone que me sienta yo?

Todavía disfruto de muchas estas canciones y me encanta encontrarme mashups de ellas porque me confirman que Kanye hizo un disco demasiado influyente, tanto que hoy se sigue discutiendo (y estoy seguro de que se vienen muchos textos/vlogs al respecto por este aniversario).

No me siento mal de escuchar el disco “porque eso es darle dinero a Kanye”. Si Kanye fue declarado billonario este 2020 fue por las ventas de Yeezy y su contrato con GAP, no por ingresos de la música, que igual ya a nadie le deja tanto. Me siento mal por escuchar y celebrar el disco porque quedan pocos rastros de la persona que lo creó. Escuchar y disfrutar este álbum es como extrañar a un amigo que ya no nos habla igual porque ahora se fue en un ride ultraconservador que no está a tono con lo que nos hizo quererlo. Y él tiene su derecho, pero no por eso tengo que seguirlo a ciegas.

Lo que más me duele es que él nos escribió la canción perfecta para dejar ir a esas personas contradictorias que queremos pero con las que ya no estamos coincidiendo ni vibrando igual que antes, las personas que nos inspiraron pero nos han decepcionado, una canción tan grosera como sensible, tan seria como graciosa, tan minimalista como maximalista, pasada de moda y actual en partes iguales.

Let’s have a toast for the douchebags.


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