Visitamos la primera edición de "Chivea Como Güila" para ver a Ladrona, Colectiva Viajo Sola y Celeste Polimeni.
Timidez en el público y silencio. Olor a aceite de lavanda. Chicas, muchas chicas. Eso fue lo que me encontré el domingo 17 de julio en Cantina SCCA a las 4 p.m., antes del inicio de la primera edición de Chivea Como Güila. Al final del concierto el ambiente era otro: había risas, botellas golpéandose y algo de sudor. Creo que todo el público quedó conmovido de ver la ternura radical con la que trabajó cada una de las chicas del crew y la conciencia que tuvieron de decir: hasta aquí llegan los espacios 100% masculinos para ver conciertos.
Fue tierno ver a las artistas compartiendo instrumentos y palabras entre canciones. Fue tierno ver a la persona que te cobra subirse al escenario y cantar. Fue tierno ver uno que otro error tocando una canción y que las artistas supiera reírse de lo ocurrido y manejar al público para que se riera también. Fue tierno ver a tantas chicas hacer mosh pit y gritar y gritar y GRITAAAAAR porque las razones sobran. Cada uno de esos momentos me llenó los ojos de lágrimas.
La ternura radical no es un concepto ajeno para las Bandidas, organizadoras de toda esa fiesta y estoy seguro que lo aplican todos los días. Hay que ser radical para hacer un concierto 100% liderado por chicas, pero también hay que ser tierno y flexible para lidiar con los imprevistos de cualquier chivo.
Después de ese concierto caminé por La Cali a otro evento lleno de hombres, del cual les contaré en unos días. Por el momento los dejo con las palabras de Nina Pérez, que decidió viajar horas en bus para asistir a este concierto.
“Mae es que chivear como güila sí que es sentirlo todo”, escuché a una chica decir a la salida de uno de los mejores conciertos de artistas nacionales a los que he ido en mi vida, ¿saben por qué? Porque fue hecho por chicas y para chicas, para sentirlo todo así con fuerza, con intensidad, con la necedad y fortaleza con la que nos definimos. Por eso no me puedo esperar y voy en el bus de regreso a Turrialba escribiendo esta crónica porque todavía siento mi corazón como gelatina al ritmo de las mágicas melodías de Celeste Polimeni, no puedo dejar de pensar en cómo me hizo bailar y llorar el Colectivo Viajo Sola y mi cuerpo quedó temblando de la electricidad que me provocó la banda Ladrona. Es un cúmulo de sentimientos; es felicidad, es sanación.
Celeste Polimeni. Foto por Daniel Acosta. Edición: Angelina Sanabria.
Tengo varios años de asistir a conciertos de bandas y artistas nacionales, la mayoría liderados por hombres y siempre me veo limitada en estos espacios, aunque nunca he dejado de chivear como la güila intensa que soy, parándome al frente, celebrando con más fuerzas a las artistas femeninas porque me identifico. Como dijo Anamá, una de las organizadoras y sonidista del concierto: “nosotras siempre estamos yendo y participando en los espacios culturales creados por hombres, pero ellos casi nunca se dignan a colaborar con las mujeres que hacemos arte, de cualquier tipo; tenemos que trabajar y llamar la atención el triple para tener la plataforma que ellos tienen”. Por eso y más, esta serie de conciertos creada por el colectivo Bandidas era una situación de asistir sí o sí para mí.
Después de dos años de pandemia lo único que deseo es ir a todos los conciertos que pueda, sintiéndome segura. A pesar de que soy extrovertida siempre me ha costado mucho llegar a lugares o eventos sola. Por eso, dos semanas atrás le dije a mi amiga Chusi Vega (quien también es artista nacional), que si acompañaba a este concierto y de una me dijo que sí y que hiciéramos un grupo para atraer más amigas y que se nos unieran ese día, me emocioné demasiado porque ya no solo iba a ir a un concierto full hecho por chicas y a ver artistas nacionales que amo, también iba a tener la oportunidad de conocer y hacer nuevas amigas. Desde ese momento supe que iba a ser un gran día.
Compré un tiquete para salir en bus de mi montaña y viajar hacia la capital que nos hace tanto bien y tanto mal, pero que amo con todo mi ser. San José sigue siendo, después de tantos años, el punto de encuentro para que mis amigues y yo disfrutemos de actividades culturales. Llegué temprano, esperé a mis amigas y nos dirigimos a Cantina SCCA, que se trasladó a La California, a solo unos pasos de Área City. Ahora tienen un espacio hermoso para hacer chivos y en realidad me emociona muchísimo todo lo que se podría organizar ahí, ¡es un gran spot!
Entramos en grupo y la energía femenina se sentía como un abracito de aguadulce con leche. Me senté con mi amiga Rebeca (que también ha grabado música como Solmoon y Mimus) en el suelo cerca del escenario y vimos como más gente hacía lo mismo.
El concierto empezó con Celeste Polimeni, quien fue majestuosa. ¡Tenía tantas ganas de verla en vivo! Sus canciones siempre me hacen sentir en una nube y sus letras son como las notas que escribía en la parte de atrás de mi cuaderno, todas llenas de ilusiones y cotidianidad. Es muy genuina y cálida en vivo, también. En un momento le dije a Rebe que parecía como si estuviéramos en un picnic y todes nos conociéramos de años y estábamos ahí viendo a Celeste brillar, y lo digo en serio, brillaba con un aura violeta que nos tenía a todes hipnotizados. Llamó al escenario un par de veces a le artista ENE y wow, esa fusión hizo una explosión de magia que solo les que estuvimos ahí podemos entender. Porque no solo fueron armonías y poemas, fue ver conexión femenina en su forma más pura, un completo privilegio escuchar “Solar” en vivo.
La soledad es cosa rara
Salimos y la tarde de julio parecía de diciembre y hasta los saludos de la gente, con calidez y cariño, se sentían como saludos con aires de Navidad. Vimos el atardecer más anaranjado en las calles de La California un domingo en el que el feminismo iba ganando. Regresamos hacia adentro porque Colectiva Viajo Sola estaba empezando su presentación en el escenario y a la entrada vi que éramos muchas más que antes; aumentó la calidez del momento.
La presentación de Viajo Sola fue una experiencia totalmente inesperada, pero que definitivamente echó raíz en mi alma. Me tuve que levantar y dejar que mi cuerpo bailara con la percusión y una que otra cumbia. No quisiera explicar los detalles de cada minuto de este chivo porque sería hacerles fuerte spoiler. Sí puedo decirles que es una experiencia espiritual de divinidad femenina, de sentir poesía por todo el cuerpo y al mismo tiempo visualizarla entre tantas chicas cantando e intercambiando instrumentos.
Colectiva Viajo Sola explora diferentes vertientes de la canción latinoamericana.
Quedé boquiabierta cuando dijeron: “bueno, nos gusta hacer juegos con las manos para apropiarnos del espacio, porque es nuestro” y empezaron a hacer el ritmo de “Forma Animal” solamente chocando sus palmas y chasqueando los dedos. El sonido y la coordinación entre las chicas me transportó a jugar con mis amigas en la escuela, cantando y practicando para enseñarnos cómo hacerlo mejor, cada vez mejor. Conocimos la sororidad en los juegos de manos antes de saber qué era la sororidad.
Volví a ver al público y me salieron lágrimas. En ese momento cantaron que la soledad es cosa rara con tanta gente sola y ahí estábamos todes procesando esas palabras que sirvieron como anclas para recordarnos lo hermoso que es sentir la música con el corazón en la mano porque nos recuerda lo vulnerables y sensibles que somos.
Otro momento de foto fue antes del concierto de Ladrona, cuando las organizadoras máximas subieron al escenario para recibir un súper merecido aplauso por el éxito de producción y para presentarse como un colectivo de chicas que quieren crear estos espacios que tan necesarios para sentirnos seguras y chivear intensamente como güilas. Mencionaron que era un logro y algo hermoso que hubiera más de cien personas en el chivo, porque cuesta más llenar un concierto organizado y compuesto por mujeres. Todes gritamos con full emoción. La felicidad y orgullo por las Bandidas era mucho en ese momento.
Furia después del atardecer naranja
Después de Viajo Sola y de disfrutar un atardecer fotogénico, era hora del tarro de la banda Ladrona, a quienes tenía muchas ganas de ver desde hace rato. En esos 20 minutos de concierto la banda de punk sobrepasó mis expectativas.
Ladrona por siempre.
Una vez escribí que la furia estaba muy antagonizada, cuando realmente es el deseo de manejar distintas emociones en un solo estado mental. La furia llega en sí como una libertad que se da el cuerpo para expulsar un conjunto de emociones como si fuera sangre. Al final todes necesitamos expulsar sangre y eso fue lo que hicimos con Ladrona. Por primera vez en mi vida me sentí súper segura metiéndome a un mosh pit porque éramos solo güilas y si alguna se golpeaba, se le preguntaba al mismo tiempo que si todo bien, o se le ayudaba a levantarse si alguna se caía. En la parte más intensa del concierto, Valex, la cantante, nos dio la chance de gritar en el micrófono con todo el enojo que el patriarcado nos provoca a diario. Después de pegar un grito acompañada por la banda, seguimos en ronda chiveando. Todo fue tan increíble, tan catártico.
En el momento en que Ladrona terminó todos queríamos más, pero era hora de volver a casa. Terminó ese concierto, ese primer evento, pero me fuisegura de que ahí se marcó un precedente. Necesitábamos mucho una productora de chicas que quisiera tomar con fuerza el concepto chivear como güila y después de vivirlo, puedo confirmar que se trata de sentirlo todo. Necesitábamos validarnos, apoyarnos, confiar que sí podemos y merecemos tener espacios seguros para disfrutar nuestro arte y crear plataforma entre nosotras.
Sonrisas y furia.
Agradezco haber presenciado este concierto y lo viví tanto, tengo nuevas amigas y pude ser yo misma en un espacio seguro escuchando a varias de las artistas nacionales más talentosas y genuinas que he visto y tiene Costa Rica en este momento.
Cuando me monté al bus de vuelta a mi casa con mi nueva amiga Dani, que tiene 18 años. Ella fue contándome sus sueños, que este era de sus primeros conciertos y que quería ir a más. Ahí no pude evitar pensar en las que ya no están. A las mujeres que el patriarcado les quitó la vida porque querían ser libres y cumplir sus sueños, a todas ellas les dedico cada una de las palabras que he escrito y hoy digo con más fuerza que nunca: ¡NI UNA MENOS! ¡VIVAS E INTENSAS NOS QUEREMOS!
Si quieren leer otra crónica de concierto les recomiendo la experiencia de Nina con Louis Tomlinson o mi tratado filosófico sobre las bichotas durante la visita de Karol G.